Al no existir armas de fuego, se usaban pesadas espadas, de las cuales se requería protegerse con escudos, además de recubrir el cuerpo con armaduras, compuestas por el yelmo, la coraza y las perneras, confeccionadas con hierro o bronce, que lógicamente restaban movilidad al guerrero, pero siendo un honor el arte de la guerra, estos combates heroicos que consistían en matar o morir con el enemigo cercano, era una forma de lucha muy valorada por los caballeros medievales. Con los ataques con mazas, o hachas, en forma continua, las armaduras se fueron reforzando, cubriendo los caballeros sus hombros, espaldas y brazos con placas de hierro. Ya en el siglo XIV los caballeros y sus aparecen casi totalmente envueltos en hierro, protegiendo también a sus caballos.
Además de las espadas, lanzas, hachas, mazas y dagas para la lucha cuerpo a cuerpo, se usaba la catapulta que permitía arrojar piedras de gran tamaño (hasta de 100 kgrs.) y la ballesta que posibilitaba el empleo de flechas. La evolución de las armas de los arqueros habría sido: primero el arco corto, posteriormente la ballesta, y finalmente el arco largo.
La infantería se componía de numerosos arqueros, que podrían haber llegado a mil hombres.
El fuego griego, ya conocido desde épocas remotas, se siguió empleando. Eran explosivos que se prendían fuego al caer entre las filas enemigas.
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